Tu otra sombra T03xP041


02/10/2015


El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:


* Relato del terror: "La pajita más corta", escrito por José Manuel Durán.

* Noticias de la Red y cosas curiosas del misterio.
* Codex más allá del misterio. Hoy escucharemos las aventuras de nuestros compañero adentrándose en un antiguo búnker.
* La Atlántida. La civilización perdida de la Atlántida, casos OVNIs y otras cuestiones serán los temas que hablaremos con el entrevistado de esta noche, Eugenio Moreno Carmelo.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre:  "Hacer favores no siempre es bueno"





Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra


Hacer favores no siempre es bueno

Qué gran verdad es que a los que solemos hacer favores, también nos suelen pasar cosas que nos dejan contrariados. En ocasiones, o en muchas ocasiones, nos acostumbramos a convivir con alguien y en nuestro día a día vamos adaptándonos a la rutina. Solemos ayudar en lo que podemos e incluso tenemos predisposición para adelantarnos a las necesidades de esa persona y prepararle el terreno.

Y todo ello es un misterio, porque misteriosa es la mente humana. Y ¿sabéis qué es lo malo de hacer este tipo de favores?. Pues que se convierte en costumbre, y cuando no podemos realizarlo o no lo hacemos por otras causas, se nos echan encima y terminamos siendo los malos de la película. Es así, y esa verdad nos hace plantearnos si en verdad es bueno hacer favores o no. La costumbre es lo malo, y el favor es la virtud. Y como siempre, nuestra perspectiva y nuestros valores son los que interpretan las cosas según seamos.

Entre favor y favor, también existen momentos para la distensión. Y a manera de broma que no viene al caso contar porque viene del hombre que tengo ahora mismo al otro lado del cristal, también vienen propuestas para que hable de temas que aparentemente no tienen nada que ver con el misterio. Pero lo hay… Hablar del misterio de la duración del coito, por ejemplo.

No soy sexólogo, pero cosas curiosas hay, por ejemplo el miedo a no recuperar la corporeidad después del clímax, es definido por un médico austriaco, de forma harto contradictoria, como la “angustia orgásmica “en una clara alusión a la sensación de extinción del yo que a veces se produce tras un potente orgasmo sostenido. Hubo un tiempo en que la pérdida de conciencia tras un fuerte orgasmo se asociaba con una variante de la epilepsia por las contracciones tan violentas y espasmos posteriores que la mujer experimentaba.

Incluso Freud acuñó un concepto llamado La petit mort, que gustaba de relacionar en una extraña asociación entre el placer y la muerte. Y como también me comentan, no creo que venga la Policía viene a precintar

Pero no me desvío más del tema, y sigo con los favores. Los que se hacen, los que no se hacen, los que recibimos o los que dejamos de recibir. Está claro que si lo piden, hay que pensarse muy bien si se puede o no hacer. Pero si sale de nosotros, hay que tener también muy claro que tal vez no se reciba como tal, Y el favor regalado se convierta en reproche. A fin de cuentas, hacer favores no siempre es bueno.

LA PAJITA MÁS CORTA

Intentó librarse de la horda de muertos vivientes que se había levantado de sus tumbas. No lo logró. La atraparon dentro del coche que había  utilizado para huir y sus gritos sonaron con absoluta desesperación. Decenas de ojos contemplaron la escena desde sus escondites. Un buen número de personas se horrorizó al ver cómo los cadáveres trataban de entrar en el coche. Rompieron los cristales. Sus brazos muertos atravesaron las ventanillas y sus manos cadavéricas la cogieron. Y tiraron de ella.

Su garganta profirió terribles alaridos y su cuerpo se agitó como el de una posesa tratando de zafarse del asedio al que se vio sometida. Los muertos dominaban la ciudad. Era el comienzo del Fin de los Días. 

Los cadáveres habían sembrado el caos y el olor a muerte en avanzado estado de descomposición abusó de la atmósfera de tal manera que la convirtió en algo  irrespirable.

La mujer era muy hermosa. Pelo largo. Largas piernas y buenas tetas. Unos ojos azules como el cielo, una boca sensual y un culito redondo y prieto. Por esa mujer muchos hombres serían  infieles a sus esposas, incluso matarían por una noche de loca pasión entre sus brazos. Sin embargo, hoy, ahora, ninguno de los que observaban la lucha que mantenía con los zombies movió un solo dedo para ayudarla. La mayoría ni tan siquiera parpadeó. Muchos dejaron de mirar para no sentirse culpables. 

La mujer sintió el primer mordisco y vio la cara de un muerto que se retiraba con un trozo de carne en la boca. Después llegaron los siguientes mordiscos y con ellos los gritos que profería su garganta. Gritos de auxilio. Gritos que suplicaban ayuda. Gritos baldíos. Hasta que su garganta se rompió y de improviso enmudeció.

Los muertos entraron en el coche. Arrancaron las puertas, que sonaron como el lamento de monstruos infernales. Los zombies aullaron excitados al ver que la principal frontera que impedía morder y masticar a la tía buena del interior del hierro con ruedas quedaba atrás. 

Estaba indefensa, pese al hacha que llevaba en la mano y que agitaba cada vez con menos fuerza. No era peligrosa, pese a las patadas que propinaba con la punta de acero de sus botas de cuero. Era sólo una tía y ellos muchos muertos, vivos por el hambre que sentían.

La observaron. La miraban con ojos inertes y cristalinos y babeaban porque parecía muy sabrosa y se la querían comer de la cabeza a los pies.  Uno de los muertos alargó las manos y la manoseó. Pechos duros y turgentes. Y esos pezones que se marcaban en la camiseta blanca con atractivas manchas de sangre parecían pequeñas cerezas a las que hincarles el diente.

Le quitaron las botas. Los calcetines y los vaqueros. La dejaron con sus braguitas. Casi desnuda, aún trataba de zafarse del ataque mortal de los muertos y cuando ya no pudo más y se rindió, notó que unas manos putrefactas le desgarraban la camiseta  y sus pechos, ahora libres, saltaron alegres para enfrentarse a la pandilla de repugnantes muertos vivientes que abrieron sus bocas y movieron sus lenguas para degustarla.  Se la comieron mientras luchaba, como una heroína de película.

No dejaron nada. Hubo quien se llevó sus costillas, otros el brazo o las piernas. Entraron en su cuerpo a través de las heridas que había sufrido y le desgarraron el interior. Hígado, corazón y pulmones quedaron en las manos de los cadáveres, como trofeos efímeros que más temprano que tarde acabarían  bajando por sus gargantas muertas. Los intestinos, como cuerpos atrofiados de venenosas serpientes, eran arrastrados por un grupo de zombies que se alejaban con paso torpe, buscando una esquina poco frecuentada para disfrutar de tan exquisito manjar.

Separaron su cabeza del cuerpo. Se bebieron sus ojos. Le arrancaron la lengua y  aplastaron su nariz. Se llevaron las orejas. Dejaron su largo pelo en el suelo, como un felpudo  cubierto por la sangre y la masa gris de un cerebro que ya estaba siendo masticado por los más espabilados del grupo de muertos vivientes.

La tía estaba muy buena. De eso podían dar fe los que se la estaban comiendo…

…y el grupo de hombres que habían estado con ella en el sótano del que se había marchado.

Ahora, los cinco hombretones  lamentaban la decisión que habían tomado. Era evidente que se habían equivocado. La hazaña era una completa locura, algo imposible de realizar. Escapar en el coche que había aparcado en la calle de enfrente y deambular por las calles de la ciudad, sorteando el inconmensurable ejército de muertos para llegar a la gasolinera y coger unas botellas de agua, cigarrillos, patatitas fritas, algunas chocolatinas, leche y todo lo que pudiera servir para pasar el cautiverio lo mejor posible, de ahí que también pusieran en la lista una caja de preservativos.

 Quién debía realizar la proeza, quién sería el héroe, era algo que decidiría la suerte. Ninguno de los presentes era lo bastante valiente como para levantar la mano y ofrecerse voluntario. Cuando la pajita más corta le tocó a ella, ninguno de los presentes se reconoció lo bastante hombre como para ponerse en su lugar. Y la tía buena que  los volvía a todos locos, que los tenía empalmados a todas horas…

…se marchó.

Se quedaron allí solos y cuando escucharon los gritos de la muchacha y el sonido de los muertos al irrumpir violentamente en el coche permanecieron quietos, lamentando la muerte de la chica pero no porque les importara en realidad sino porque hubieran preferido que otro habría ido en su lugar y seguir teniéndola allí cerca, para mirarla, jugando con la posibilidad de consolarla en las noches frías de un Apocalipsis de ultratumba.

Pero se marchó ella. La de las tetas grandes. La de la  mirada dulce y boca sensual. Esa que los habría hecho gozar uno  a uno…
…pero a ella le tocó la pajita más corta, la obligación de salir al exterior en busca de víveres. Y se quedaron todos los machos alfa ocultos en su escondrijo, como cobardes babosas.

Claro que ella tuvo problemas. El horror había llegado a la ciudad. Los zombies rodeaban las calles y no pudo seguir mucho tiempo en el coche. 

La detuvieron. 

La cercaron.

Entraron.

Y ella se defendió como una amazona. Y  logró salir airosa, con varios rasguños, con algunos mordiscos, pero salió. En mitad de la calle, con un hacha de mano como arma, gritó como una endemoniada con la seguridad de  que los capullos que había dejado atrás la estaban escuchando Se imaginarían que perecería bajo las mandíbulas podridas de los jodidos muertos y no contaba con que uno sólo de ellos acudiera en su ayuda. No necesitaba a aquellos hombres. Se podía valer por sí misma. Y así lo demostró.

Ellos, y los idiotas que miraban desde sus casas encerrados como orugas, creerían que se la comerían, que le destrozarían el cuerpo y fantasearían con sus curvas mientras cerraban los ojos y se tocaban la polla. 

Sobrevivió. A duras penas, la verdad sea dicha.

Dejó un buen número de cadáveres esparcidos por el suelo. No se movía ni uno. Miembros amputados, cabezas que rodaban por el suelo, sangre por todas partes. Destrucción al más puro estilo Viernes 13.
 Notó la mirada de un buen puñado de curiosos que se asomaban a las ventanas de sus casas, esa misma gente que no había movido un solo dedo por ayudarla y que ahora la llamaban para que formara parte de su grupo. Necesitaban a una chica cañón entre sus paredes, una chica espectacular que encima supiera luchar. Ni los miró. Caminó entre las calles, alejándose de una ciudad ya muerta donde sólo quedaban pusilánimes.  Los zombies se apartaban a su paso y el sonido de los tacones de sus botas al golpear el pavimento se parecía al  de una amplia carcajada que marcaba el compás al que se movían sus nalgas, unas nalgas cubiertas por unos  pantalones vaqueros ajustados y manchados de sangre.




Tu otra sombra T03xP040

27/09/2015



El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:
* Relato del terror: "El final de una historia de amor", escrito por José Manuel Durán.
* Codex más allá del misterio. Hoy escucharemos las aventuras de nuestros compañero participando en una Alerta OVNI.
* Cuaderno de Investigación. Los casos extraños que os ocurren, contados por los propios testigos.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre:  "De mi amiga, desde la oscuridad".


Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra


De mi amiga, desde la oscuridad

La condición humana nos hace ser a veces iguales, y otras veces muy diferentes. La otra noche fue parte de una revelación, porque si admitimos que en el Universo existen señales que nos conducen hacia algún lugar, no puedo cuanto menos que recordar la coincidencia que me ha llevado a contaros. Y es que, algunas cosas que observamos y que vivimos nos hacen sentir y pensar. La rutina y las prisas hacen que olvidemos muchos de estos aspectos, pero en mi caso, cuando medito y me paro para ver lo aprendido, entendí que aquel día me enviaba un mensaje: una eterna lucha entre nuestras fuerzas positivas y negativas. Entre la Luz y la Oscuridad. Y pensé sobre ello, y comencé a escribirlo para esta reflexión.
Pero poco después conversé ciertas cosas con una amiga, con Rosa Santizo, y me sentí impactado por su fuerza, por su andadura tras las adversidades, y por su amistad –aunque nos separe la distancia-. Pero fruto de los entresijos del destino, de la llamada suerte, o las conexiones invisibles que nos unen a todos, me encontraba leyendo algunos correos, mensajes de las redes sociales y otros medios, cuando llegó algo que me dejó pendiente a la pantalla del ordenador. Frente a mí tenía un pensamiento muy parecido al que yo había escrito para esta reflexión. Era de mi amiga Rosa.
Y esta coincidencia, este reflejo de los sentimientos, los reflejaba mi amiga con un título tan sugerente como: ¡Y Se Hizo La Oscuridad...!
“Llegó el día sabido por muy pocos, cuando la negrura más espesa intentaba penetrar la tierra no dejando que la inicua luz que siempre había dominado el planeta, siguiese entrando en ella más que por resquicios por donde a fuerza de intentar abrirse paso, aún no había sido consumida por la oscuridad.
La guerra tan temida y al mismo tiempo esperada por las fuerzas de la oscuridad y las de la luz se encontraba en su momento álgido, una guerra que existía desde los albores de los tiempos, y que aunque se manifestaba abiertamente con toda su crudeza, los hombres tan imbuidos en su trajinar diario habían decidido primero ignorar y luego olvidar, como si por ello los ataques que sufrían por ambas partes dejasen así de existir.
Humanos cobardes y despreciables que en su mayoría no querían posicionarse en uno u otro bando, esperando que todo volviese a su cauce por bondad de unos dioses a los que bajo una forma u otra adoraban. Seres Supremos a los que sin saber, ellos mismos habían dado su fuerza y poder, acudiendo a estos poderosos para mitigar sus miedos, sus temores más profundos, intentando así encontrar explicación a todo aquello que escapaba al control de sus menguadas y manipuladas mentes, de su escasa inteligencia. Estos eran los que se dejaban guiar por convencionalismos, por las tradiciones, siguiendo los pasos que les marcaban sin cuestionar nada, haciendo lo que siempre se ha hecho porque sí. Humanos fabricados para ser esclavos sintiéndose libres, a los que se les oprimía tanto física como mentalmente, siendo utilizados desde los orígenes del mundo de diferentes formas.
Para ello contaban con innumerables medios, para muchos utilizaban la religión, era una forma de control que les había servido a través de los siglos con resultados realmente buenos, una religión que variaba conforme esos humanos creían evolucionar; también contaban con gurús, chamanes, charlatanes de tres al cuarto, y si todo esto no era suficiente en los últimos tiempos, al ver que las creencias de las gentes se iban debilitando, crearon todo un ejército que no cesaba de crecer de espiritualoides, que con sus "auto-ayudas" embaucaban a los que sabían se sentían hastiados de tanto credo y tradición, ideas para muchos desfasadas que ya no se ajustaban a los tiempos actuales, devorando a los nuevos crédulos que en su desesperación gastaban lo que no tenían, con la estéril esperanza de mejorar sus anodinas vidas. Todo era posible de conseguir, la felicidad plena a su alcance por un módico precio. Gente sin escrúpulos, que vivían a costa de explotar las miserias y la desesperación de sus semejantes.
Pero de entre todos estos despreciables humanos que sin duda trabajaban para esa mal llamada luz, había un grupo, uno que se denominaban así mismos como "Los Portadores de Luz", estos Guardianes del Saber, han sido y son los que siempre vieron más allá, aquellos que escucharon las voces de esos Dioses disidentes y que arriesgándolo todo se mostraron a los hombres para hacerles despertar. Pero la mayoría, como era de esperar, no quisieron escuchar, prefiriendo la aparente comodidad, a la lucha por una libertad que lo era realmente. En su miedo ignoraron las voces que en la oscuridad les daban aviso, dejándose dominar por unos pensamientos inducidos que les hacían creer que eran demonios los que les susurraban al oído, los que intentaban devorar sus almas, de esta forma rechazaron las innumerables advertencias y poco a poco las voces se fueron apagando. A los que en su empeño manifestaban oír esos susurros que golpeaban con frenesí sus mentes, los confinaban en centros donde por medio de fármacos se encargaban de anular al sujeto, mermando todas sus facultades, convirtiéndolos en guiñapos, haciendo de esta forma que ya no fuesen un peligro para aquellos que no querían una humanidad despierta, una que viese los verdaderos rostros de los que les dominaban tras bambalinas edulcoradas. Pero estos Dioses liberadores, no se dieron por vencidos y en su afán por ser escuchados se exponían cada vez más, hasta que fueron descubiertos por esas fuerzas de la Luz que no querían que su propia creación despertase y se diesen cuenta, de que toda esa bondad no era más que una mascarada para controlar sus vidas hasta más allá de la propia muerte.
La guerra entre las fuerzas de la luz y las fuerzas de la oscuridad se desató, quedando estos últimos vencidos fueron duramente castigados, sentenciados a vivir entre los mortales que habían tratado liberar, Ángeles Caídos a los que intentaron despojar de su divinidad. Así desde un tiempo que se pierde entre los mitos y leyendas que los hombres cuentan como fantasía, estos seres de la oscuridad caminan junto al resto de mortales, compartiendo su mismo espacio-tiempo, pero viendo y sabiendo lo que la mayoría prefiere ignorar por pura pereza y comodidad. Son las sombras que se deslizan en la penumbra, el gemido que se manifiesta en el silbido del viento como señal inequívoca de que aún están ahí, dispuestos a seguir guerreando desde la clandestinidad, dándonos aviso con diferentes mensajes que nos empeñamos en ignorar, haciendo que sintamos su presencia por medio de estremecer nuestros cuerpos, escalofríos a los que no sabemos dar una respuesta racional. Visitándonos en la vigilia del sueño, cuando nuestro cuerpo físico baja la guardia y se deja llevar al mundo onírico donde por medio de sueños, que a veces no son tales, intentan darnos la velada información para que despertemos y afrontemos la falsa realidad en la que el ser humano, lleva metida desde que esos seres decidieron fabricar unos armazones de carne y hueso a los que insuflaron aliento de vida para utilizarlos a su antojo, para luego, una vez fuesen inservibles desechar como a juguetes rotos. Una jugada perfecta si además conseguían que estos infelices les tuviesen por sus bondadosos hacedores, seres de luz que cuidaban de su creación, cuando la espeluznante realidad es que tras la máscara se ocultan unos engendros que si se manifestasen tal cual son, su sola visión haría morir de espanto a todo aquel que les contemplase.
El tiempo ha transcurrido, en silencio han seguido su camino junto a Los Guardianes del Saber, las edades se han sucedido, el ser humano que lleva en este mundo un suspiro ha sucumbido a todos los vicios para regocijo de sus creadores, han desterrado la verdadera sabiduría, no dudando en torturar y matar a través de los siglos a cuántos de estos Guerreros han podido capturar, a todos aquellos que han intentado despertar a una humanidad engañada y manipulada por aquellos que solo les ven como mano de obra reemplazable. Para conseguir sus funestos fines, siempre han contado con la ayuda de esbirros que se camuflan entre las filas de estos humanos, ocupando normalmente puestos de poder, para así servir mejor a sus amos, vendiendo sin dudarlo a su propia raza por unas cuantas monedas, bajo la promesa de una prosperidad tan efímera como lo son sus patéticas vidas. La miseria de estos es tal, que aún sabiendo que sus vidas tienen un fin, no dudan en traicionar a su propia especie con la esperanza de pasar el tiempo que les quieran asignar de una forma que a ellos, en su egoísmo y soberbia les parece plácida, sin pararse a pensar siquiera que una vez cumplida su misión, serán sustituidos por otros sin ningún tipo de miramiento ni consideración.
Aun así, Los Portadores de Luz han luchado en contra de esta fábrica de mentiras desde que el primero de los esclavos, decidió escuchar las voces que como una sola consiguieron zarandear su conciencia, alertándoles sobre como esa humanidad a la que pertenecen es utilizada como títeres en favor de unos dioses que un día decidieron utilizarlos para unos fines, que escapa a la comprensión de unos seres que falsamente creen estar hechos a la semejanza de sus amos.
Con el transcurso de los tiempos, el número de los guardianes terrestres ha ido aumentando sigilosamente, intentando no ser descubiertos por los secuaces que se posicionan al lado de esa vana luz. Así el número de los intrépidos guerreros que pertenecen al silencio y a la oscuridad va creciendo lentamente, estando sin estar procuran extenderse como una sombra que va cubriendo a todo aquel que desea escuchar, hijos de la rebeldía que se unen engrosando las filas de los que desde la esfera espiritual planean el golpe final, en un intento de hacer de este planeta un lugar idílico donde vivir en verdadera Libertad, libres del azote de unos dioses que se mofan de la imperfecta creación que a sabiendas hicieron para así poder dominarles mejor. Estos venidos de las estrellas, en su maldad y no contentos con esto se divierten haciéndoles padecer todos los sufrimientos que sus delirantes mentes son capaces de idear, ensayos que realizan unas veces para perfeccionar su esperpéntica especie, otras por pura diversión. Pero los estúpidos humanos aun así intentan explicar estas crueldades, siguiendo adorando a sus torturadores, dirigiéndoles plegarias que si son oídas solo sirven como divertimento de unos seres que un buen día al descubrir este planeta pensaron sería un buen lugar para dar rienda suelta a sus más perversos experimentos, engendrando a unos seres a los que esclavizarían y de los que se alimentarían, succionándoles desde el mismo momento de su nacimiento toda su esencia, hasta dejarlos completamente secos. Por ello uno de sus esfuerzos iban dirigidos a hacerles creer que lo mejor que podían hacer, era reproducirse cuanto más mejor, de esta forma siempre estarían abastecidos, pudiendo elegir quedarse con unos u otros especímenes según conviniese a sus propósitos.
El tiempo se ha acortado, ha llegado el momento ansiado, la hora en que todo se destapará para que la humanidad no tenga más remedio que tomar partido, de posicionarse en el bando de la oscuridad que conduce al conocimiento, la sabiduría y la libertad; o por el contrario escoger la vacía luz que los deslumbrará de tal forma, que después de haber luchado por ella los conducirá al lugar donde seguirán siendo esclavos por un tiempo al que nunca le verán el final, contribuyendo a abastecer a unos engendros que cubren sus verdaderos rostros para no espantar a los que como ganado, alimentan sus cuerpos y sus mentes.
Todo está preparado, la batalla final ha dado comienzo aunque muchos aún no se han percatado de ello, o no han querido hacerlo. La lucha encarnizada ha comenzado, la sangre ahora más que nunca empapa la tierra, inundando cada rincón, la gente despavorida corre en busca de un refugio que no existe, no hay donde escapar. Mientras tanto los humanos caídos de uno y otro bando se cuentan por millones, pero no importa, en su estupidez siguen reproduciéndose, siguen dando esclavos a un sistema que los desprecia y que los utiliza en una guerra que nada tendría que ver con ellos.
Equivocadamente aquellos que pensando que si no tomaban partido sobrevivirían, han sido los primeros en ser eliminados, la piedad no existe para los individuos cuya tibieza de corazón solo han buscado esconderse para, de forma desesperada, salvar sus vidas. No sabemos cuánto durará esta contienda, lo que sí sabemos son las consecuencias que tendrá si vence la anodina luz, esclavitud para una raza hecha a medida de unos seres que tomarán medidas más drástica para que no vuelva a producirse otro levantamiento. Si por fortuna ganan los seres que portan la luz junto aquellos humanos que se unieron a sus filas, por fin podremos salir de esta Gran Mentira, la venda se caerá de forma definitiva de nuestros ojos, viendo la realidad tal cual es, sin artificios, las brumas se disiparan mostrando lo que realmente somos, quizás algunos no sean capaces de soportar la verdad, por ello una de las misiones de los Caídos será enseñarnos a vivir en un mundo que como nuevo se presentará ante nuestros extrañados ojos.
Por el bien de una humanidad adormecida que solo sabe vivir en perpetua servidumbre, esperamos que al final los Guardianes del Saber junto a los Dioses Rebeldes, puedan gritar: ¡Y se hizo la Oscuridad...! Porque esto será el comienzo de una nuera era en Libertad, un tiempo en el que los que sobrevivan podrán con orgullo escribir su propia historia, una historia que comenzará así: En el Principio…”

Una Reflexión de Fernando García

El final de una historia de amor


Dos figuras sentadas en el banco del parque, contemplando las primeras luces del amanecer. Dos ancianos que observan en silencio hacia el horizonte, con las manos entrelazadas. Llevan horas allí, en el más absoluto silencio. Han decidido que  sea la última noche y quieren, como  deseo final, como consuelo anhelado, que los rayos del sol acaricien sus viejos rostros por primera y  última vez.

Ya no tienen recuerdos. La enfermedad corre por sus venas como un diablo que consume sus almas poco a poco, debilitando la fortaleza de la que antes hacían gala. Débiles y derrotados por el tiempo ha llegado el momento de su extinción.

No quieren vagar en la oscuridad. No desean derramar más sangre. Todo aquel horror forma parte de un  pasado que ya quieren olvidar.  Y ahora, por decisión propia, esperan que el hermoso sol los abrace con la suavidad de una caricia.

Sus arrugados cuerpos, antes fuertes y vigorosos, sentirán el impacto del amanecer y su piel arderá provocándoles dolor y sacudidas como nunca han podido imaginar. Se han prometido no gritar.  Están decididos a permanecer inmóviles, esperando consumirse sobre el banco de madera. Hay una cosa que juraron mantener: Acordaron no soltarse de las manos. Que el final fuera para ambos, como expresión de una vida legendaria latente entre las sombras, como si por una última vez hicieran el amor.

Arderán. Lo saben. El dolor será tan insoportable que sentirán dudas. Ya están hartos de esconderse, de continuar matando. La enfermedad ha crecido tanto en su interior que sienten una pesada losa  aplastando el resquicio de lucha que pudiera quedar en sus conciencias. Ya no hay nada que hacer. Mejor ahora, desaparecer juntos que perderse uno al otro a través del tiempo y sumergirse en la más honda soledad.

Sus ropas se prenderán de llamas y sus cuerpos se agrietarán hasta consumirse por completo mientras sus cabezas se convierten en bolas de fuego de las que emanará el humo negro de su existencia. Poco a poco se consumirán y sobre el banco quedarán dos montones de cenizas unidos por un pequeño reguero que antes fueron sus manos entrelazadas.

Nadie comprenderá todo lo que han sufrido.  Nadie sabrá lo felices que se han ido. Juntos, como siempre estuvieron. Unidos, como estaba escrito desde los albores de los tiempos.

Viajarán hacia la nada. Sus vidas quedarán almacenadas en el parque, para deslizarse lentamente entre las rendijas del banco en el que han decidido acabar con su sufrimiento. Hasta que un soplo de aire levante sus cenizas y los haga volar de un lado a otro, entregando su ser a la esencia de una Naturaleza que los vio nacer como monstruos. Sus restos quedarán desperdigados alrededor de un mundo cruel que los mantuvo como esclavos de la noche desde el mismo día que cobraron vida.

Hoy se entregan  a la muerte, que los barrerá  con desprecio.

Tras muchos siglos de angustia y pavor, de horrores indescriptibles y actos malvados, han decidido acometer una de las proezas mas valientes que especímenes de su raza se hayan planteado jamás. Su sacrificio ha sido voluntario. No se  les ha obligado. 

Nadie sabrá que en el instante final, cuando el sol surja como un ogro tras la montaña, ellos se agarrarán las manos con fuerza y pasión, para sentirse el uno al otro. Convertidos en un solo ser llorarán  y sus lágrimas, por  primera vez en su larga y terrible existencia, serán  reales. Desaparecerán inmersos en la felicidad, sintiendo que mientras uno se va  el otro le acompaña.

Sus vidas se extinguirán al compás que marca la tragedia y lo que sentirán dentro de sí mismos, más allá de sus cuerpos, los hará  parecer, por primera y única vez, seres humanos.  Y esa sensación, que les obsequiará con el beneplácito de notarse vivos,  ni siquiera la muerte la podrá hacer desaparecer.

Aquellas dos figuras que permanecen sentadas  en el banco se sienten un solo ser. En apenas unos minutos no serán  más que recuerdos que se evaporarán con el transcurrir del tiempo y que nadie echará de menos.

Fueron felices y lo son sobre todo en el instante final, en el momento en que ambos han decidido   viajar juntos hacia la profundidad de la nada.


Es el final de una  historia de amor, nada  más.



Tu otra sombra T03xP039


20/09/2015

El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:

* La magia de Egipto. De la mano de Miguel Ángel Bernal llegaremos hasta las creencias religiosas y místicas del antiguo Egipto.

* Codex más allá del misterio. Hoy escucharemos los entresijos que nuestros compañero Sergio R. Vaqué ha tenido que plantear en su obra literaria Arca Sacrarium
* Relato del terror: "El juego del día y la noche", escrito por José Manuel Durán.
* Cuaderno de Investigación. Los casos extraños que os ocurren, contados por los propios testigos.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre:  "De mi amiga, desde la oscuridad".


Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra:




EL JUEGO DEL DIA Y LA NOCHE

Ocurría siempre que llegaba la noche. 

Cuando el sol se ocultaba tras las montañas, los gritos en la habitación del niño sonaban con tanta agresividad que ninguno de los presentes tenía el valor suficiente para levantarse y acudir en su ayuda.  Permanecían sentados en el salón, con los rostros atrapados por el miedo, con las manos cubriéndose los oídos para evitar escuchar el espanto que salía de la garganta del pequeño: Alaridos horribles, llantos infernales, desgarros causados por una voz ronca que insultaba y maldecía. Y aquella tortura se mantenía hasta que el sol asomaba por el horizonte, con las primeras horas de la mañana. Pero mientras tanto, el infierno se desataba en la planta de arriba. Cada noche.

El sacerdote no llegó a entrar en la habitación. Al tocar con la mano el pomo de la puerta y notarla tan fría como el hielo, decidió bajar y reunirse con la familia. Temblaba de miedo, su voz quebrada apenas fue audible. Nadie entendió las palabras que pronunció. Después se marchó, envuelto en su sotana y agarrando el maletín donde llevaba  “las armas del Bien” como él mismo las había definido. Se alejó de la casa con prisa mientras en la habitación del pequeño brotaba una carcajada siniestra, seguida de nuevos insultos y vejaciones, esta vez dirigidos al ministro de Dios.

Se miraron aterrados. Una noche más se sintieron indefensos.

El Mal se había adueñado del pequeño. Entró en su cuerpo y violó su alma. El tormento del infierno se desató en su interior. Las convulsiones de su cuerpo. Las marcas horribles en las palmas de las manos y pies. La sangre que resbalaba por sus mejillas y aquellos ojos diabólicos. El rostro desfigurado del niño. Su voz ronca que recitaba letanías macabras en idiomas extraños. Los trozos de cuerda que salían del interior de su estómago, como cadáveres rotos de serpientes. El aullido de los lobos en el exterior. Los cánticos satánicos de demonios invisibles. El intenso frío que emanaba de la habitación y su olor putrefacto. Los vómitos del muchacho. Sus gritos de dolor. Y nadie, absolutamente nadie, podía hacer nada por aliviar tamaña tortura…

…hasta que las sombras se esfumaban con el frescor de la mañana y entonces, sólo entonces, llegaba la calma.

El niño exhausto en su cama. Fatigado y enfermo. Con sus ojos sin el brillo de la vida. Su alma rota y abandonada. Reposa en silencio, sin conciencia.

Sus padres a los pies de la cama. Observan con lágrimas en los ojos. No se atreven a tocarlo ¿Y si el simple contacto les contagia el Mal? 

Sus hermanos mayores se sienten impotentes.  Su hermana pequeña observa sin comprender. La lenta respiración induce a pensar que en cualquier momento el niño morirá. Rezan para que por fin el Señor se lo lleve. Como expresión de su crueldad más infinita el crío seguirá  con vida. 

Y el tiempo no se detendrá. Caerá la noche. Y con ella las tinieblas.

Entonces el Mal volverá a rasgar su inocencia y penetrará violentamente en su interior. Regresarán los horrendos gritos de dolor. De nuevo las convulsiones y los insultos, las lamentaciones y las vejaciones más infames. 

Cerrarán la puerta para no verlo. Se cubrirán los oídos para no escucharlo. Pero el Mal azotará el alma del muchacho y hará de su cuerpo su posesión más preciada. Se burlará de él. Lo humillará. Le provocará lesiones. Se jactará de su poder. Y en su libre elección lo irá conduciendo un poco más hacia la profundidad del infierno...

…hasta que el día decida que ya es suficiente, que es necesario concederle una tregua, para que descanse, para que no muera. Y la oscuridad aceptará las reglas. Se alejará. Las sombras abandonarán la habitación. Las tinieblas se esfumarán en un abrir y cerrar de ojos, dejando pura su alma…

…hasta que vuelva la noche. 

Y con ella de nuevo el horror de una maldad infinita que ahogará la conciencia de un alma pura sin apretar demasiado. Para no ahogarle. Para que no muera.





Tu otra sombra T03xP038


13/09/2015



El programa Tu otra sombra de esta semana os trae el siguiente contenido:

* Relato del terror: Pareja de enamorados", escrito por José Manuel Durán.

* Noticias en la Red y cosas curiosas con enigmas.

* Una leyenda sobre el tren nazi.
* Conspiraciones en la Luna. De la mano del investigador Antonio Rodríguez González hablamos de las teorías conspirativas.
* Cuando miro a las estrellas... Mi reflexión sobre:  "A ver lo que hacemos luego".


Podéis descargarlo en Ivoox o escucharlo aquí, en la Sección Tu otra sombra:



A ver lo que hacemos luego

Hoy hemos comenzado el primer programa de nuestra tercera temporada, y lo habitual sería sentirse contento y lleno de futuras planificaciones. Pero si os soy sincero, en estos meses de silencio que he dejado atrás, también se han ido la confianza, las oportunidades y alguna que otra lágrima.

He de agradecer las numerosas y complejas propuestas que me han realizado en otras emisoras para llevar o colaborar de forma asidua. Y como viene siendo habitual, mi principal hobby es dedicarme a investigar, dejando en un segundo plano el mundo de las ondas y la divulgación en general. No he querido por ello apartarme del todo, y finalmente he optado por sacar de nuevo esa publicación que con tanto esfuerzo os hago llegar gratuitamente: me refiero a las revista “Misterios 2.0. En cuanto a la radio, pues sólo os puedo decir que hoy estoy aquí, y muy posiblemente algunos programas más. El futuro, al menos en mi caso personal, es muy ambiguo, muy desconcertante, y sobre todo dependiente de unos factores ajenos que no me gustan, pero que estoy obligado a seguir de momento.

Hace un par de años comencé una búsqueda muy intensa y a conciencia de lo que se esconde muy, muy al fondo de algunos misterios. No era buscar fantasmas en casas abandonadas, ni entrevistar a testigos sobre un determinado caso. Era más bien sumergirme e implicarme personalmente en un mundo del que muchos hemos oído hablar en numerosas teorías conspirativas, pero de lo que nada se sabe, y menos aún se puede demostrar. Y a eso hemos de sumarle un cambio muy radical en mi vida, en mi trabajo, en mis relaciones personales… Todo se ha visto afectado, y he caminado numeroso kilómetros a pié, sin vehículo. Y eso me ha dado la oportunidad de fijarme en muchos detalles que habían pasado desapercibidos durante toda mi vida. El conjunto de señales y pruebas personales me han encaminado a dar un giro en mi proceder, y eso es algo que nunca he contado, y por el contrario, he hecho pensar a los observadores y a todos los de mi entorno que me encontraba en tal o cual sitio, haciendo tal o cual cosa con quien me ha interesado mostrar públicamente. Pero mi camino, mis valores, mis pensamientos y sentimientos, y sobre todo la experiencia vivida en soledad, me han proporcionado unas duras pruebas de desconfianza y decepciones que me han endurecido, y por qué no decirlo, me han cerrado considerablemente.

En este verano, ni siquiera me han visto mis amigos. He vivido a camino entre lo ordinario y lo extremadamente absurdo y extraordinario. Todo ha sido verdad, tanto lo que pensáis o creéis saber, como los eternos secretos que ahora viven en mi interior. Y llegados al punto de hoy, en esta reflexión os diré que el nombre de esta sección que da el final del programa se llama “Cuando miro a las estrellas” porque en verdad salgo con la complicidad de la noche para mirar el firmamento, y mirar más allá de esas estrellas que vemos, las que existen o no, pero forman parte de nuestra realidad. E intento unir el conjunto de mi ser que habita en algún lugar del corazón y que llevo en la sangre, con unos ideales y unos sueños que indudablemente son más reales que nuestra existencia y nuestro paso por el mundo. Y hay veces que sonrío, y hay veces que también lloro, pero siempre noto que mi alma o alguna fuerza a la que no sé ponerle nombre me hace vibrar, volar, soñar y viajar a mundos inexplorados. Y esos mundos en perfecta armonía marcan el rumbo de mi vida, mostrándome la incertidumbre y lo superfluo de nuestro día a día.

Siempre he tenido fama de ser reservado, amigo de mis amigos y otros cartelitos que sean más reales o no, dependen de los puntos de vista y los afectos. Y una peculiaridad que siempre me ha precedido es la de apartarme de las personas que me hacen daño. Pero eso -al parecer- no es suficiente. La maldad hace que algunos me utilicen, me engañen y manipulen a los pocos amigos que quedan. Quiero entenderlo, pero me cuesta comprender cómo una persona o más pueden perder el tiempo tratando de hundirme y de hacerme ver ante los demás como la imagen más negativa de ellos mismos. Pero es lo que hay de momento. Y muy a mi pesar, lo acepto con resignación, perdonando pero no olvidando. Sabiendo que en cualquier momento saltará la liebre con una nueva encerrona. A ver lo que hacemos luego…
Decía Carl Jung: “Ninguno ha de despertar su consciencia sin dolor. Las personas harán de todo, hasta llegar al límite del absurdo, para evitar enfrentar su propia alma. Ninguno se convierte en un iluminado por imaginar figuras de luz, sino que uno se torna consciente al escudriñar la oscuridad”.
Y cuánta razón creo entender es sus palabras. Y lo que más me motiva a mí es algo que escuché una vez: “El primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estás”.


PAREJA DE ENAMORADOS

—¿Qué ves en esta imagen?
   Miro la cartulina que levanta  mi psicólogo. Me está tratando desde hacía varias semanas y hoy es nuestra tercera sesión. Al parecer, tengo un desorden mental con tendencias homicidas y esa es la razón por la que quiero hacer daño a la gente. Estoy  un poco harto de que me enseñe imágenes de manchas sin forma definida que yo debo interpretar. Se supone que mis respuestas ayudan a definir  el problema que me ha traído hasta aquí. Tal vez hubiera sido más fácil decir que oía voces que me empujaban a hacer cosas malas pero la verdad, y entre nosotros, nunca he escuchado nada extraño dentro de mi cabeza. Y a mí no me gusta mentir.
 —Eduardo, por favor, concéntrate y dime qué ves en esta imagen.
    Miro de nuevo la cartulina que el psicólogo aún mantiene levantada frente a mis ojos. Esto es nuevo. No son números extraños ni letras semiocultas en colores, ni las manchas con formas de animales grotescos e inexistentes que detesto. Esto es una fotografía.
 —La luna—suspiro. Precisamente eso muestra la imagen. La luna  grande y hermosa en todo su esplendor, que domina el mundo desde su privilegiada posición.
 —¿Y qué te sugiere?
 —Poder—respondo sin pensarlo. En el momento en que el psicólogo baja la mano para dejar la imagen sobre la mesa me apresuro a añadir otro comentario—Pero hay más, mucho más.
    Mi psicólogo me lanza una mirada de interés y frunce el ceño. Mira unos instantes la fotografía y después la vuelve a colocar frente a mis ojos.
 —Bien, Eduardo, ¿Qué más ves en esa imagen?
 —No es lo que se ve en ella sino lo que oculta.
 —¿Y qué oculta?—pregunta el psicólogo sin bajar el brazo mientras con la otra mano anota palabras  en su cuaderno.
 —Una persona normal simplemente ve  una hermosa fotografía. A todo el mundo le gusta la luna llena y si nos quedamos con lo superficial vemos que la imagen es hermosa. ¿Qué puede sugerir? ¿Amor? ¿Lealtad? Todos nos imaginamos a una pareja de enamorados sentada en un banco, agarrados de la mano, abrazados, besándose, siendo sinceros el uno con el otro, hablando sobre planes de futuro…
 —¿Una persona normal?¿Tú no eres normal, Eduardo?
 —Yo tengo un problema, doctor, por eso estoy aquí.
 —¿Y tú no ves a esa pareja de enamorados?
 —¡Claro que la veo!—exclamo  malhumorado—Pero en mi mente están muertos.
 —¿Muertos?—el psicólogo baja la fotografía y permanece en silencio, mirándome fijamente.
 —Muertos, doctor,  muertos por completo.
 —¿Por qué? 
 —La luna siempre es testigo de los crímenes más atroces. Esa pareja de enamorados se encuentra en el parque a altas horas de la madrugada y la oscuridad oculta muchos secretos. Un depravado los asaltará. Saldrá de entre los árboles tal cual bestia despiadada y les clavará un cuchillo. Los abrirá en canal. A los dos. 
 —¿Y si el asesino no estuviera allí con ellos?
 Miro perplejo al psicólogo y sonrío.
 —No trate de salvar a la pareja de enamorados, doctor, están muertos.
 —¿Por qué los quieres matar?
 —¡Yo no quiero hacerlo! ¡Es su destino!—me levanto furioso del diván  y permanezco de pie hasta que vuelvo  a recobrar el asiento—Mire doctor, supongamos que esa pareja no es asesinada por el desalmado que yo he mencionado. Bien, ¿Ve la luna llena? La pareja de enamorados camina de regreso a su casa por un sendero. De las lindes del bosque, mientras la pareja se demuestra su amor con besos y caricias, saldrá un hombre con ganas de matarlos y  despedazará los cuerpos de los pobres desgraciados. Les reventará la garganta, les arrancará la cabeza y la luna permanecerá ahí arriba, mirándolo todo sin hacer absolutamente nada, como siempre.
 —¿Estás culpando a la luna de la muerte de esa pareja?
 —Nadie tiene la culpa, doctor. Las cosas suceden porque tienen que suceder. Usted me ha dicho que hable sobre esa fotografía que me ha enseñado y es lo que estoy haciendo. La pareja está muerta, de un modo u otro.
 —¿Qué sientes cuando ves a una pareja de enamorados caminando por la calle o sentada en un banco?
 —Los envidio.
 —¿Por qué?
 —Porque ellos se tienen el uno al otro y yo… yo no tengo a nadie.
 —Por esa razón tienes la necesidad de hacerles daño, ¿verdad? Eso explica por qué en el ejemplo de la fotografía la pareja muere.
 —Usted no entiende nada, doctor.
 —¿Qué es lo que debo entender?
 —Usted cree que el mundo es tal y como lo ve. 
 —¿Y no es así?
 —Se equivoca, doctor. ¿Sabe que cuando la luna está llena como la de esa fotografía se tiñe de sangre? ¿No se ha parado a preguntarse por qué los asesinos más salvajes actúan en las noches de plenilunio? Es muy sencillo, doctor, porque la luna los altera.
 —¿También te altera a ti?
 —¡Por Dios, doctor!—exclamo elevando la voz—¡Yo no soy un asesino!
 —Y sin embargo a esa pareja de enamorados de la fotografía los matas sin dudar.-el psicólogo pronuncia estas palabras mirando la imagen.
 —¿Usted también los ve?
 —¿Perdón?
 —A la pareja de enamorados,  bajo la mirada de la luna llena.
 —No, yo…
 —Vamos doctor, ha señalado la fotografía y  ha mencionado a la pareja.
 —Pero sólo porque tú les has dado la oportunidad de estar ahí.
 —Doctor, por favor, le voy a hacer una pregunta y espero que sea sincero conmigo o no regresaré más a esta consulta.
 El psicólogo parece nervioso y yo trato de no quitarle ojo en ningún momento. Baja la  mirada e incómodo se agarra las manos.  Me mira.
 —¿Qué pregunta quieres hacerme?
 —A esa pareja de enamorados que usted también ve en la imagen… ¿Qué les pasa?
 —Mueren—responde el psicólogo.
 —¡Exacto, doctor!—me reclino en el diván y coloco las manos por detrás de la cabeza—Usted y yo no somos tan distintos, ¿No cree?
 —Yo he llegado a esa conclusión porque tú me has hecho ver que la pareja de enamorados no tiene salvación. Alguien los mata. Me lo has contando tú… lo importante es descubrir por qué   para ti ellos no tienen la oportunidad de vivir.
 Me levanto algo cansado de tanta pregunta y doy por finalizado el juego.
 —Doctor, hemos terminado por hoy.
 —Aún es pronto—dice mi psicólogo tras consultar su reloj de pulsera.
 —No. Hoy hemos terminado—repito—Hay muchas cosas que tengo que preparar para esta  noche.
 —¿Qué vas a hacer esta noche?
 Me acerco hasta el escritorio y coloco las manos sobre él. Agacho la cabeza y miro fijamente al doctor. Esbozo una sonrisa sarcástica.
 —Por si no se ha dado cuenta, querido doctor, esta noche habrá luna llena. Téngalo presente cuando salga a su jardín  a fumarse un cigarrillo, ese cigarrillo que su amada esposa no le deja disfrutar dentro de  casa.
 —¿Cómo sabe…?
 —Doctor, doctor—coloco mi mano sobre su hombro y acerco un poco más mi cabeza a la suya—Hoy usted y su esposa cumplen veinte años de casados, ¿No es así? Y han  preparado una cena muy romántica, con velas, música y probablemente postre final—le guiño un ojo para que comprenda a qué me refiero exactamente.
 El psicólogo me mira asombrado y trata de levantarse pero yo le sujeto con las dos manos y  pego mi cara a la suya.
 —Recuerde doctor  la sesión de hoy  cuando salga a fumar al jardín y levante la cabeza  para  contemplar el hermoso cuerpo de la luna llena,  brillando en el centro del cielo. Piense  si no acechará algún perturbado por las cercanías de su casa, esperando el momento de permitirse un pequeño desliz.
 —Usted…
 —¡Cállese!—le grito sacudiéndolo de un lado a otro—¡No olvide lo que les pasa a las parejas de enamorados en las noches de plenilunio!  Los dos sabemos  que la historia termina mal.
 Me aparto del doctor no sin antes quitarle las arrugas que le he dejado en su camisa y le coloco la corbata en óptimas condiciones. Me mira con los ojos muy abiertos. Tiembla como un flan. Noto el miedo en su rostro. Le doy la espalda y abro la puerta del despacho. Veo a la guapa secretaria sentada frente a un ordenador, no levanta la cabeza y continúa escribiendo.  Antes de marcharse me doy la vuelta y le dedico unas últimas palabras a mi psicólogo:
  —Disfrute de la cena, doctor, quién sabe, tal  vez  podamos seguir hablando esta noche, ¿No cree?